Como es sabido el 1º de mayo se celebra mundialmente el Día del Trabajo en reconocimiento a un grupo de personas que en el año 1886 en Chicago tuvieron que dejar la vida por pedir ocho horas de trabajo diario en una movilización popular.
Hoy, luego de muchos años de lucha existen todavía en nuestro país miles de trabajadores que diariamente realizan sus tareas en condiciones de esclavitud como en cientos de talleres clandestinos donde no solo sus jornadas laborales se extienden a 14, 16 horas o más, sino también con la seguridad de tener un futuro ominoso al no poseer aportes jubilatorios, cobertura médica, y realizar sus tareas en condiciones infrahumanas. Esta realidad vista en las grandes ciudades se extiende también a los pueblos del extenso interior de nuestro país donde la mayoría de los trabajadores explotados no tienen voz y muchas veces los medios de comunicación, instrumento fundamental de reclamo, hacen un recorte de esa realidad que afecta a nuestros hermanos de las provincias.
Este capitalismo en que está sumergida toda Latinoamérica se está cobrando muchas vidas físicas e intelectuales y esto lleva a replantearse cuántas horas diarias de trabajo necesita hoy individuo no solo el que pertenece a la clase más indefensa económica y social para poder subsistir, sino también el que integra un estrato social medio y alto, que en un desenfreno de consumismo lo lleva a excederse en horas de trabajo restando tiempo de sí para el arte, la creación, el desarrollo físico, factores imprescindibles para la integridad de la persona.
Que este día sea un momento de reflexión frente a seudos y ficticios gobiernos progresistas para poder tener una mirada globalizadora de la formación íntegra de la persona y de ese modo también poder pensar hacia donde va el país, hacia dónde va Latinoamérica, hacia donde va el mundo. Y luego poder actuar en consecuencia.
Mónica Carretti
Profesora de Lenguaje y Comunicación.
correoparamoni@gmail.com